Esperando tu salvación se me va la vida. En tu palabra he puesto mi esperanza.
Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: «¿Cuándo vendrás a
consolarme?» Parezco un odre ennegrecido por el humo, pero no me olvido de tus
decretos. ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo? ¿Cuándo juzgarás a mis
perseguidores? Me han cavado trampas los insolentes, los que no viven conforme
a tu ley. Todos tus mandamientos son fidedignos; ¡ayúdame!, pues falsos son mis
perseguidores. Por poco me borran de la tierra, pero yo no abandono tus
preceptos. Por tu gran amor, dame
vida y cumpliré tus estatutos.
Salmos 119:81-88 (NVI)
Mi esperanza está en su Palabra. - Ps.
Víctor López.
Definitivamente
todos hemos o estamos pidiendo que Dios obre a nuestro favor. Realmente
queremos ver que la salvación, en algún sentido de la palabra, sea palpable en
nuestra vida. Tu y yo debemos recordar que, para dicha salvación, la esperanza
(Fe) debe de estar colocada solo y únicamente en Jesús. Nuestros ojos pueden
debilitarse al esperar la salvación, pero lo que no debe de moverse es la fe. El
problema puede ser grande, pero la fe puede llegar a ser lo único que nos queda.
Consideremos
las promesas de Dios, sus mandamiento y estatutos. Las promesas de Dios para
sus hijos son seguras por el hecho de venir de Él, aquel que es siempre fiel y
no cambia a través de los años. Nuestras circunstancias seguramente pueden cambiar
y nosotros con ella, pero Dios permanece fiel sin cambios. Por ello Su Palabra
permanece. Pablo lo declaró en 2 Corintios 4:8-9 diciendo: Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no
desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no
destruidos… ¿Por qué? La Palabra de Dios era esperanza para los momentos de
angustia. Los enemigos podrán apoyarse en otros medios y, por ende, despreciar
la Palabra de Dios, pero no un cristiano.
Aunque
difícil sea el camino, debemos de ver los mandamientos de Dios como las guías
justas y confiables que nos señalan el camino para tener paz y seguridad aun en
apuros. Podemos esperar mejor la ayuda de Dios cuando, al igual que Jesús, hacemos
el bien y sufrimos por ello. Los que son malos de corazón casi pueden someternos
aquí en la tierra, pero obligarnos a dejar la palabra de Dios nunca. Muchos
misioneros alrededor del mundo son presionados a dejar su fe, sin embargo, es
cuando se mantienen más firmes en las promesas de Dios.
En el
camino a la perfección de Dios, la dependencia en la misma gracia de Dios es la
esperanza para los caminos difíciles de andar y obrar de la manera correcta en
ellos. Dios sigue obrando de manera interna y externa en nuestro andar a pesar
de la dificultad. Dios esta trabajando en ti.